Acompañar esta dieta con el ayuno y la reposición de líquidos y minerales, es fundamental para acabar con el problema.
La diarrea como tal no es una enfermedad sino el síntoma de un trastorno. Consiste en la aceleración del transito intestinal que ocasiona muchas deposiciones o deposiciones fluidas y abundantes. Puede ir o no acompañada de dolor, debilidad, náuseas, vómitos, espasmos abdominales (retortijones), fiebre o pérdida de apetito.
En general, se deben a enteritis (inflamación del intestino, especialmente del delgado) que en pocos días se soluciona, aunque otras veces la causa permanece durante meses y semanas. También puede tener su origen en la dieta, los medicamentos, virus, enfermedades crónicas, etc.
Se puede hablar de dos tipos de diarreas: crónica o aguda. La diarrea aguda se soluciona sola y dura pocos días. La crónica se prolonga durante más tiempo y puede ser el síntoma de un trastorno más importante.
Durante el periodo que se sufre diarrea se han de seguir una serie de normas dietéticas muy precisas, con el fin de acabar con el trastorno. De igual forma, requiere la prohibición de determinados alimentos y la ingestión progresiva de otros. La dieta antidiarreica se divide en diferentes fases.
Se debe empezar por el ayuno, en el que sólo se puede ingerir un preparado de agua, sal, azúcar, limón y bicarbonato, que tendrá una duración de 6 a 24 horas. Pasado este tiempo, se puede comenzar a ingerir líquidos como el agua de arroz, sémola, sopas de cereales, etc. Es recomendable comer poca cantidad y frecuentemente.
Poco a poco se irá introduciendo en la dieta el arroz, el pollo o el pescado hervidos, pan tostado y jamón york. Después, se comenzará a tomar yogur, carne y pescado a la plancha y verduras hervidas.
Si el enfermo comprueba tolerancia a la leche, puede sustituir el yogur desnatado por 200 cc. de leche descremada con descafeinado. En este caso podría tomar queso fresco sin grasa, tipo Burgos, Requesón...
Un aspecto muy importante es la pérdida de líquidos y minerales durante el periodo en el que se padece este trastorno intestinal. Por ello es fundamental la reposición de líquidos mediante agua, zumos, caldos, té,...
La rehidratación consiste en la restitución de la cantidad de agua, glucosa y electrolitos perdidos como consecuencia de la diarrea. Es la primera medida a tomar una vez diagnosticada.
Una de las fórmulas más recomendadas para la rehidratación por vía oral es la siguiente:
Un litro de agua
Dos cucharadas soperas de azúcar, para la glucosa
Un pellizco de sal, para el cloruro sódico
Media cucharadita de bicarbonato
El zumo de un limón por el potasio que contiene
Esta mezcla se debe tomar cada hora y media o dos horas. Aunque no consigue acabar con la diarrea, es fundamental porque no permite la pérdida de agua, algo fundamental en nuestro organismo.
Hay alimentos que pueden provocar la diarrea o agudizarla por ello es conveniente conocerlos. Los productos lácteos (leches o quesos) son de digestión prolongada por su contenido en lactosa, por eso no son recomendables. El yogur, sin embargo, debido a que es parcialmente digerido por las bacterias que contiene, sí se puede ingerir.
Se evitará también la comida grasa o frita, así como los embutidos y salados ya que irritan la mucosa digestiva y son de digestión prolongada. No se debe tomar tampoco fibra vegetal, frutas crudas o verduras.
Las grasas incluso la manteca, margarina, aceites, o nueces, las comidas picantes, el pan integral entero, el maíz y las pieles o semillas de cualquier fruta o verdura están también prohibidas. Por supuesto nada de café ni zumos de naranja azucarados, estimulantes del reflejo gastrocólico.
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