Se conoce como la 'no dieta' o 'alimentación intuitiva', y propone una salida del territorio de las sombras e inseguridades que conllevan los regímenes más comunes. "La idea es vivir en armonía con el cuerpo, comiendo cuando realmente tenemos hambre y parando cuando nos sentimos llenos", explica Michelle Gallant, dietista y nutricionista de la universidad de Harvard (EE.UU.), que propone recuperar la 'intuición' que nos guiaba hasta que se impuso la idea de 'dieta' en nuestras despensas.
"Toda esta conversación acerca de regímenes no ha conducido a nada. Está comprobado que la mayoría de personas a dieta entran en un círculo vicioso de privación, sobrealimentación y culpa que a menudo termina con kilos adicionales", señala esta experta.
Está claro que una buena alimentación es sinónimo de buena salud, pero hemos olvidado que la comida, además, es un placer. "Comer es un acto placentero -señala Gallant–. Por eso la pregunta debería ser: con tantos alimentos tentadores, ¿cómo recuperar el sentido común? La respuesta es desterrar la idea de dieta, basar la alimentación en productos saludables y escuchar atentamente los mensajes que nos envía el organismo".
La conclusión es que no hace falta seguir un régimen estricto para estar en forma. "No se consigue la salud y el peso ideal con una sola comida, ni se engorda con un aperitivo. Lo que importa es la regularidad. Son los buenos hábitos a largo plazo los que determinan nuestro peso, no la perfección en espacios breves de tiempo. De hecho, la idea de perfección estricta solo conduce a los excesos", concluye la nutricionista.
Alimentarse en siete claves
Estos son los puntos resumen esta nueva forma de comer. Toma nota.
1. Rechaza la idea de dieta. No permitas que el concepto de régimen vuelva a colarse en tu mente. Permite que tu organismo redescubra otra forma de alimentación, libre de obligaciones.
2. Come cuando tengas hambre. Mantén tu cuerpo bien alimentado para no caer en la sobrealimentación, algo que ocurre cuando nos invade la sensación de privación. Responder a las señales de hambre es el primer paso para recuperar la confianza y establecer una relación sana con los alimentos.
3. Haz las paces con la comida. No hay alimentos prohibidos. Concédete un trocito de ese capricho, sin compulsiones autodestructivas.
4. Respeta las señales de saciedad. Come sin prisas. Recuerda que la digestión comienza con la masticación, que el organismo tarda unos 20 minutos en procesar la señal de que estás llena y deja de comer cuando ya no sientas hambre. Saborea lo que comes y pregúntate si has alcanzado tu nivel de saciedad o si sigues comiendo por comer. Si la respuesta es sí, deja los cubiertos y piensa que esa no es la última comida de tu vida.
5. Descubre la satisfacción. En nuestro deseo de adelgazar, olvidamos a menudo que la comida ha sido siempre una fuente de placer. Una comida placentera en un entorno agradable y, aún mejor, en buena compañía, ayuda a sentirnos satisfechos y estimula nuestra autoestima. Por el contrario, comer deprisa, a solas, de cualquier modo y en cualquier sitio, aumenta las probabilidades de que al final acabemos comiendo de más.
6. Busca la calma sin necesidad de comer. Ansiedad, soledad, frustración... son sentimientos que no se calman con comida. Aunque busques alivio en la comida, los problemas continuarán estando ahí, probablemente junto a algunos kilos de más, que solo reforzarán tus sentimientos negativos. La solución pasa, sin lugar dudas, por buscar cuáles son las causas de esas emociones tóxicas y descubrir soluciones eficaces, probablemente con la ayuda de un psicólogo.
7. Di sí al movimiento y no al ejercicio compulsivo. El deporte practicado de forma 'militante' no es algo natural en el ser humano, pero sí lo es la actividad física regular. Estamos hechos para el movimiento, no para la inactividad, pero no estamos diseñados para pasarnos horas y horas quemando calorías de forma compulsiva. "No es lo mismo levantarte por la mañana pensando en salir a dar un paseo vigorizante que te cargue las pilas, que levantarte a diario pensando en que tienes que adelgazar", explica Michelle.
Ni buenos ni malos
Nutricionista en la Escuela de Salud Pública de Harvard, Michelle Gallant imparte clases sobre este tipo de no dieta desde hace más de cinco años, en las que enseña a los asistentes a redefinir su relación con la comida.
"Es agotador ver la energía que algunas personas gastan en la preocupación por su imageny su peso. Han convertido la comida en una tarea", explica. El objetivo de sus cursos es que sus discípulos dediquen sus energías a proyectos realmente enriquecedores, como asistir a clases de danza o escribir un libro...
"La idea de alimentos buenos y malos y de contar calorías son 'tics' que provocan ansiedad por la comida y que finalmente explican por qué las dietas fallan. Cuando te concedespermiso para disfrutar, recuperas el control de lo que comes, no te obsesionas con la idea de comer".
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